domingo, 27 de marzo de 2011

Las FARC. Sintesis de la disyuntiva entre paz y guerra

Bandera de las FARC
¿Donde queda la moral y la ética de las personas, cuando se busca la emancipación, y la solución es revelarse en armas?


http://es.scribd.com/doc/51657315


"SE PUEDE ADMITIR LA FUERZA BRUTA, PERO LA RAZÓN BRUTA ES INSOPORTABLE" 
Oscar Wilde

¡Los invitamos a compartir este documento y a opinar!
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Cambio climático y seguridad internacional

Estar libre y exento de todo riesgo y peligro en materia de seguridad medioambiental, materia aun desconocida para muchos, va mas allá de conflictos armados nacionales e internacionales. En el siguiente documento, escrito por Kaballero, se detallan y citan varias fuentes que explican de manera general  el peso de los conflictos medioambientales en asuntos económicos, sociales y políticos.

http://es.scribd.com/doc/51656351
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Oscar Wilde

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miércoles, 9 de marzo de 2011

OUR NEW ENGLISH VERSION!!

In the right column---> youcan find the link for our new english site. (not ready yet, but it'S ACTIVE)
There are differents publications, we are working for translate the most important info.

We hope you to enjoy it! and use it for the SOCIAL-WELFARE!


" Try always to be able to feel deeply any injustice committed against any person in any part of the world. it is the most beautiful quality of a revolutionary.!
Ernesto "Che" Guevara."


We keep on revolution! We keep in contact!

lunes, 7 de marzo de 2011

Las rebeliones populares frente al neoliberalismo: Desde Egipto a Wisconsin, EEUU


Una de las causas de las movilizaciones en el mundo árabe fue la aplicación, por parte de las élites gobernantes, de políticas neoliberales que afectaron negativamente a las clases populares. Estas movilizaciones en protesta frente al neoliberalismo imperante están ocurriendo no sólo en países árabes, sino también en muchos otros países, incluyendo EEUU.

Estas movilizaciones se habían ya iniciado meses y años antes, resultado de las medidas de austeridad (que incluyeron reducción de programas de protección social y disminución de salarios, eliminación de subsidios a los alimentos y desregulación de los precios de productos básicos), que crearon un gran malestar y que fueron las causas de que en estos países (en Túnez primero y en Egipto después) fuera la clase trabajadora, junto con sectores de las clases medias la que protagonizaran tales movilizaciones. Estas movilizaciones en protesta frente al neoliberalismo imperante están ocurriendo no sólo en países árabes, sino también en muchos otros países, incluyendo EEUU.

El último caso de estas protestas obreras ha ocurrido en el estado de Wisconsin, EEUU. El nuevo gobernador de tal estado, el republicano Scott Walker (de la corriente Tea Party) intentó aprobar una ley en el parlamento del estado que reduciría el sueldo de los funcionarios públicos un 7%, disminuyendo también sus pensiones, y obstaculizando además la sindicalización de los trabajadores en el sector público. Tal como indicó la Federación de los Sindicatos Estadounidenses (AFL-CIO) esta ley –de ser aprobada- sería un ataque frontal a los sindicatos de aquel país. La justificación que el gobernador Scott Walker dio para tomar tales medidas era que el presupuesto del estado tenía 137 millones de dólares de déficit.

La respuesta de los sindicatos en Wisconsin fue inmediata. A los pocos días, Madison, la ciudad más importante de aquel estado vio la manifestación más grande que nunca existiera en aquella ciudad. Los sindicatos se manifestaron frente al Parlamento (y frente al domicilio particular del gobernador Walker), exigiendo la retirada de la propuesta de ley. Lo que es interesante es que los manifestantes no eran sólo sindicalistas, sino también usuarios de los servicios públicos conscientes de que estos recortes iban a afectar a la calidad de sus servicios. Muy llamativa fue la cantidad de niños y sus padres que acompañaron a los maestros en su protesta, hecho remarcado por los medios de información. Las encuestas mostraban también que la mayoría de la ciudadanía de Wisconsin se oponía a las propuestas del gobernador Walker y apoyaban las movilizaciones en contra de ellas. Entre los que apoyan tales movilizaciones, adhiriéndose a ellas, estaban, por cierto, los policías y bomberos que el gobernador Walker había excluido de sus medidas de recortes salariales, dándoles un trato favorable. Los policías y bomberos expresaron, sin embargo, su solidaridad con los otros empleados públicos saliendo a la calle con ellos. Estos hechos están siendo seguidos por todo EEUU.

Las derechas, lideradas por el Tea Party, están deseando que el gobernador Walker pueda llevar a cabo tales medidas, una vez hayan sido aprobadas por el Parlamento del Estado de Wisconsin, donde el Partido Republicano tiene mayoría. Aunque el argumento que se utiliza para defender estas medidas es la necesidad de cubrir el déficit del Estado de Wisconsin, la causa real de que se esté presionando, por parte del Partido Republicano, para que tales medidas se aprueben en el parlamento de Wisconsin es una causa política: la de debilitar a los sindicatos, los mayores adversarios que tiene el Partido Republicano, que consideran a AFL-CIO como uno de los mayores pilares del Partido Demócrata.

En realidad, el déficit del presupuesto del Estado podría resolverse fácilmente aumentando los impuestos sobre la propiedad (entre otros), que el parlamento de Wisconsin, controlado por los republicanos, había reducido considerablemente durante los años de bonanza económica. Como siempre ocurre, el discurso económico, oculta en realidad, los argumentos políticos. El establishment económico y financiero del estado de Wisconsin, que se benefició enormemente de las políticas neoliberales de reducción de impuestos a las rentas superiores se resiste a que se reduzcan sus enormes ingresos (el 1% de la población estadounidense que tenía el 7% de la renta de todo el país en 1997, al principio de la “revolución neoliberal”, ha pasado a tener el 20% de tal renta) mediante el incremento de estos impuestos. De ahí que prefieran resolver el problema del déficit del estado de Wisconsin a base de reducir los servicios públicos a las clases populares en lugar de que suban sus impuestos. Los republicanos tienen a su lado a gran parte de los medios de información que intentan desacreditar al sector público indicando que los empleados públicos son unos “privilegiados”, que son unos “ineficaces”, y otro tipo de acusaciones previsibles a fin de conseguir el apoyo popular a aquellas medidas represivas. Hasta ahora tal campaña no ha sido exitosa y el 62% de la población estadounidense apoya a los empleados públicos.

¿QUIÉNES SON LOS JÓVENES?

Una última observación. Gran número de articulistas como Josep Ramoneda en EL PAÍS (“Un nuevo sujeto político”. EL PAÍS, 20.02.11) están enfatizando mucho el rol de los jóvenes en estas movilizaciones
(desde Egipto, hasta Wisconsin), presentándolos como los nuevos agentes de cambio, sustituyendo con ello a otros agentes, como a la clase trabajadora a la cual, por lo visto, consideran inexistente o
desaparecida. Ignoran o desconocen que la mayoría de estos jóvenes son y pertenecen a la clase trabajadora. Si se analizan las revoluciones que han existido en el siglo XX, se verá que en su mayoría, fueron los jóvenes los que lideraron estas rebeliones. No es, pues, una situación nueva. Lo que es nuevo es que se vea como una cosa nueva y ello es consecuencia del olvido de las categorías de análisis como clase social y lucha de clases, categorías que se consideran transcendidas y “anticuadas”, redefiniendo estas movilizaciones populares como movimientos estudiantiles con Internet y Facebook, categorías que son enormemente insuficientes para entender la realidad de los tiempos en que vivimos. La pregunta que no se hacen es a qué clase pertenece la mayoría de estos jóvenes. Ni que decir tiene que tanto la composición como la dinámica de clases varía con el tiempo. Pero de esta realidad no se puede ignorar su existencia, pues continúa siendo fundamental para entender nuestro entorno.

Que el miedo al imperio no nos paralice (Gadafi ya no es pueblo)

No demos ni una sola baza al imperio y sus comparsas para frenar las revoluciones de América, de Egipto, de Túnez, de Libia. Mubarak, Ben Ali, Gadafi, escogieron un camino contrario a los intereses de sus pueblos y fueron arrastrados por el viento popular. Los líderes de América Latina, que han demostrado estar con sus pueblos, deben encontrar su lugar con esos pueblos árabes que se levantan. Por que la lucha por la emancipación es una.
Los levantamientos populares que se están sucediendo en los países árabes abren sin duda la peligrosa posibilidad de que despierten, e incluso faciliten, la intervención de las potencias occidentales vía OTAN, con la consecuente tragedia de ocupación, crimen y atropello a la soberanía que caracteriza las intervenciones de la Alianza y los Estados Unidos. Es evidente que en río revuelto pueden suceder muchas cosas. Sin embargo, ese temor no debe impedirnos a quiénes, como el Che, nos indignamos ante cualquier injusticia y contra cualquier persona en cualquier lugar del mundo, apoyar los movimientos populares que se rebelan contra tiranos. Y los gobernantes de los tres países árabes donde en este momento más lejos han llegado las rebeliones lo son. Tan tiranos como amigos de los gobernantes europeos, con quiénes tan buenos negocios tenían cuando el pueblo aún no había empezado a hablar.
Tampoco faltan quienes piensan que, detrás de los levantamientos, se encuentra la mano del imperio, interesado, como siempre, en desestabilizar y tomar el control del país y de sus recursos,  repitiendo para ello el esquema que tan bien conoce de las revoluciones de colores. Por supuesto que Estados Unidos y sus escuderos europeos estarían encantado de tomar ese control, e incluso en estos momentos, caben pocas dudas de que descansan sobre las mesas de los gobiernos estudios que permitan legitimar esa ocupación. Para saber de esos planes, basta conocer la manipulación sobre los acontecimientos en Libia, algo que ya ha quedado al descubierto. En las primeras veinticuatro horas de su llegada a Tripoli el periodista de Il Manifesto Maurizio Matteuzzi comprobaba que muchos de los acontecimientos difundidos por los medios occidentales -y también por árabes como Al Jazzira y  Al Arabiya-, no se correspondían con la verdad. No existían las fosas comunes en Tadjoura, no era cierto que el distrito de Fascilum y otros distritos de la capital hubieran sido bombardeados. No era cierto que el aeropuerto de Mitiga hubiera sido tomado por los rebeldes. Informaciones falsas que no ayudan a entender las razones profundas del pueblo libio para mostrar su rebeldía ante quien hace mucho abandonó la pelea de los pueblos árabes –tergiversaciones que, a veces, pueden haber tenido la voluntad de informar –el caso de los medios que, a día de hoy, tienen ganada su credibilidad-, pero que sabemos que, de manera más general, tienen la única voluntad de confundir y preparar el camino a la intervención de la OTAN–tarea constante de los medios tradicionales al servicio de los intereses creados-.
Sin embargo, la amenaza del control de las grandes potencias no puede ser razón para condenar a los pueblos árabes al yugo de unos gobernantes déspotas y corruptos. En la parábola de Buda y la casa en llamas, Bertolt Brecht narra la historia de una familia cuya vivienda está ardiendo. Mientras los vecinos les increpan para que la abandonen y se salven de morir abrasados, la familia no deja de preguntarse sobre el futuro que les espera fuera de la casa, si el frío les amenazará, si conseguirían otro techo, si podrían alimentarse. El miedo al futuro les paralizaba y les impedía abandonar una muerte segura. Es verdad que el vacío de poder y la desestabilización planea sobre esos países y la región, pero es de ese modo como siempre se produjeron las revoluciones. El vacío de poder puede ser aprovechado por los militares, por un líder mesiánico, por el imperio, pero también podría serlo por el pueblo que ha tenido el coraje de romper su obediencia y desafiar al poder.
De modo que de eso se trata, de que mientras algunos poderes están al acecho, también lo estén los hombres y mujeres de Túnez, Egipto, Libia, Yemen, Bahrein, Jordania, Argelia o Marruecos, para no permitir que nadie que no les represente ocupe ilegítimamente el gobierno. Y con ese pueblo debemos estar quiénes siempre denunciamos las dictaduras de los países árabes, esas que vendían a precio de saldo los recursos naturales del país a las potencias europeas a cambio de ser mantenidas en el poder con la excusa de que contenían la amenaza islámica. Ahora hemos visto que quien de verdad amenazaba esos regímenes era la sed de justicia de un pueblo.
Muy inteligentemente los gobiernos europeos han abandonado a los dictadores una vez comprobado que no pueden seguir manteniendo la farsa. Sería un error imperdonable que fuera la izquierda quien, temerosa de la garra del imperio, se refugiara en el mal menor. El vacío de poder está llegando, y con el pueblo movilizado se abre una etapa constituyente con un pueblo soberano al que le corresponde dibujar los contornos de su organización social y política. Sabemos que en muchos centros de poder se estarán maniobrando para colocar a un candidato que permita mantener el saqueo y la corrupción. La propuesta del presidente español de inventar un plan Marshall de reconstrucción de Libia o trasladar el modelo de la transición española al mundo árabe son las penúltimas mentiras de un occidente que prefiere seguir negociando con élites en vez de con el pueblo y sus representantes legítimos. Ni el dinero privado de ese Plan Marshall, que entregaría Libia a las grandes empresas, ni una transición que se hicera por las cúpulas y olvidase al pueblo pueden solventar las décadas perdidas en el mundo árabe. Muy al contrario, sería un retroceso que traicionaría las esperanzas depositadas por los pueblos que están rompiendo con sus yugos. Ayudemos a los pueblos a que  sean ellos los que, de una vez, tomen el destino de sus países, lejos de repetir el saqueo de las empresas transnacionales y los grupos que las representan.
No son pocos los rebeldes alzados en los pueblos árabes que miran a los procesos emancipadores de América Latina en busca de ejemplo. Es momento de que las revoluciones latinoamericanas acompañen a las revoluciones árabes. Un sueño internacionalista por la base, lleno de dificultades pero también lleno de esperanzas. Esos mismos dictadores, sostenidos por los gobiernos europeos, han sido expulsados de la historia por mujeres y hombres que quieren tomar las riendas de su destino. No demos ni una sola baza al imperio y sus comparsas para frenar las revoluciones de América, de Egipto, de Túnez, de Libia.
Mubarak, Ben Ali, Gadafi, escogieron un camino contrario a los intereses de sus pueblos y fueron arrastrados por el viento popular. Los líderes de América Latina, que han demostrado estar con sus pueblos, deben encontrar su lugar con esos pueblos árabes que se levantan. Por que la lucha por la emancipación es una. Pueblos que han tomado la palabra. Y la palabra del pueblo es la única palabra que reconocerán los rebeldes allá donde se alzan.